"; Los mejores chistes de Bares

HUMOR

Bares


Un hombre está en un bar y le dice al camarero:
-Le apuesto 200 dólares que yo orino en el vaso que está a 5 metros sin tirar ninguna gota de orina en el piso.
-Bueno le contesta el camarero.
El hombre piensa en el vaso, se concentra en el vaso y de pronto sale la orina, orina la mesa, el pool, el camarero y todo el bar.
-El hombre riéndose va al fondo del bar y habla con unos jóvenes y trae los 200 dólares y se los da al camarero.
El camarero le dice:
-Grandísimo estúpido acabas de perder 200 dólares.
Y el hombre le contesta:
-Ves aquellos jóvenes del fondo les aposté 500 dólares que orinaba en todo el bar y que vos no te ibas a enojar y mas encima te reirías.




Un señor de mediana edad lleva una hora sentado en un bar mirando la copa sin beberla, cuando llega un camionero alto y gordo y se bebe la copa de un solo trago. El pobre hombre se echa a llorar, y el camionero le dice: - ¡Vamos, buen hombre, era solo una broma, ahorita le pido otra copa! El señor le contesta:
- No, no es eso, es que hoy ha sido el peor día de mi vida. Primero, llego tarde al trabajo y me despiden. Luego, al llegar donde había dejado mi coche, veo que se lo habían robado. Camino a mi casa y veo a mí mujer con otro hombre, y me vengo para acá, y cuando por fin iba a terminar con todo esto, llega usted y se toma mi veneno.




Entra un hombre en un bar azotando las puertas y pregunta en tono grave y fuerte:
¿Dónde está el gallo?
Y nadie le responde, y replica de nuevo en tono aún más fuerte:
¿Dónde está el gallo?
Y terminando la frase se levanta un hombrón fornido y responde:
¡Aqui estoy!
Y el otro temblando de miedo le dice.
¡Despiértame a las cinco de la mañana por favor!








Llega un campesino a un bar con una radio bajo el brazo ofreciéndola en venta. En una mesa cercana hay varios citadinos quienes al verlo humilde se proponen quitarle la radio sin pagarle un centavo. Uno de los citadinos le comenta a los otros:
Les aseguro que con unas cervezas encima, ese campesino terminará rebajando el costo de la radio hasta casi nada.
Por lo que lo invitan a sentarse con ellos. Entonces, pregunta el citadino:
¿En cuánto nos vendes tu radio?
En 30 dólares, responde de manera ingenua.
Okay, dice el citadino, vamos a tomarnos unas cervezas y luego hablamos. Al cabo de un rato ya se han tomado varias cervezas cada uno y el citadino vuelve a preguntar:
Y entonces, ¿En cuánto la vendes?
Bueno, deme 10 dólares, responde el campesino.
Me parece mejor, dice el citadino.
¡Vamos, te invito a otras cervezas!
Luego de un buen rato le pregunta nuevamente al campesino,
Y ahora, ¿En cuánto me la vendes?
Deme 5 dólares para poder irme a mi casa.
El citadino, viendo la posibilidad de quedarse con la radio, decide continuar con la ronda de cervezas y luego de otro buen rato insiste: Y ahora campesino, ¿En cuánto me lo vendes?
A lo que el campesino responde:
Le voy a decir la verdad, yo quería vender la radio para beber cerveza pero, como ya estoy borracho he decidido no venderla e irme ya a mi casa.





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